Era una
tarde como cualquier otra, él se encontraba en un excelente restaurante
italiano llamado Sea Watch Coffee, ubicado en la peatonal de hotel Casa Blanca,
frente al mar, de enorme ambiente caribeño, pero con la elegancia italiana.
Como
costumbre se encontraba tomando su café tradicional, cuando de repente en la lejanía
se acerca ella, una muchacha de excelente finura, es grata la sorpresa para él,
la recibe con un agradable abrazo y la invita a sentarse, ya conociendo sus
gustos le ordena un Cappuccino.
La
tarde se vuelve agradable, hablan de trabajo y planes a futuro, de repente ella
le comenta sobre un lugar místico, no muy retirado del Manglar Old Point, ya
terminada la charla él se despide con un caluroso abrazo, de inmediato sin
pensarlo dos veces, se embarca en el hermoso Manglar.
No con
mucha orientación, ahí se encuentra él en medio de los árboles, escuchando el
cantar de las aves, la brisa refrescando cada célula de su cuerpo, observando
un camino de madera, que va de extremo a extremo, un camino que tiene un inicio
y muy posiblemente un final.
Es exactamente
lo que describió ella, un lugar místico, espiritual y muy tranquilo, él respira
profundamente y cada suspiro es un sin fin de días más de vida.
San
Andrés, Providencia y Santa Catalina – Colombia.
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